28 de octubre de 2017

No intente convencer a quien no se quiere convencer…


   Causa perplejidad cómo fueron posibles las multitudes nazis en la Alemania de Hitler. Millones y millones de personas quedaron obnubiladas, alucinadas, secuestradas intelectual y emocionalmente por una idea que abocaba a un desastre y una autodestrucción evidentes para quienes no es participaban de la mentira. Terminada la Segunda Guerra Mundial, la Alemania salida de esta, despierta de su infernal sopor. ¿Qué hemos hecho?, se preguntan quienes no se reconocen en lo vivido, en el destrozo y la ruina… ¿no se reconocen, no se explican… o no quieren responder por lo hecho por incomprensible que les parezca? He hablado con quienes lo vivieron y solo me dijeron que ya pasó. Millones de personas han seguido a un hombre y a sus ideas: cánticos, desfiles, banderas, risas, el Cielo en la tierra (?)... Millones de judíos han sido masacrados por una idea. Millones de judíos, incluso, han colaborado con el nazismo en su proceso de ascenso político. Muchos han sido quienes después les echaron en cara, a quienes sobrevivieron y fueron colaboradores, su cooperación absurda: ignorantes, pero necesarios para lo sucedido. ¿Cómo se explica esto? Lo hecho es irreversible. El daño irreparable. El sufrimiento incurable… ¿Dónde la justicia que recomponga esas vidas aniquiladas, esas existencias arrasadas?



  Supongo que la ceguera colectiva es fruto de decenas de causas que sociólogos y psicólogos, especialistas en estas realidades, habrán enumerado. No se dio solo en Alemania, se dio también en Italia, en Rusia, en China, hoy en Corea del norte… Sí, el miedo, los intereses creados, el “ande yo caliente…”, el yo mí me conmigo, “¿A dónde va Vicente?”,etc. Ciegos que no desean ver, sordos que no desean oír… Y afecta a millones en todos los planos de la realidad. El rey anda desnudo. La mentira campa por sus respetos. El grado de evidencia de la verdad es absoluto. La propaganda, la inmersión sin límites en la necedad, los secuestros intelectuales, el miedo, los intereses creados… no son suficientes explicaciones. ¿Por qué esas personas no perciben la verdad de las mentiras que se oyen entre nazis, estalinistas, etc.? Me viene ahora a la memoria Martín Heidegger: no era un panoli que pasaba por allí, y con él y junto a él, otros muchos intelectuales, científicos, que caen rendidos ante un tipo ridículo, de pensamiento quebrado y plagado de mentiras, ante un visionario como es Hitler. Sartre, pienso, en la Rusia de Stalin. El hombre es animal gregario que gusta, como la oveja y el palomo, de ir juntito con sus convecinos. El cobijo bajo una bandera da, por lo visto, mucho calor y más aún si esa bandera nos distingue del otro, nos individualiza, nos singulariza… ¡eso alimenta mucho!
    

     No comparo porque no hay comparación, pero usted lo ha comprendido. Eso es…



               

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