8 de junio de 2015

Stanley G. Payne, Palacios Jesús: UNA BIOGRAFÍA PERSONAL Y POLÍTICA. FRANCO (II de VI)



 
Los padres de Francisco Franco, Pilar y Nicolás

         Como ha de comprenderse en tantas páginas y tantas vueltas y revueltas de una vida larga (1892-1975) y, por lo general, tan bien conocida como ignorada, al menos en lo que externamente parece que fue… me llama la atención que este hombre no dejara apenas papel escrito donde reflejara su pensamiento. Posiblemente no lo tenía, dirán sus detractores y de donde no hay no se saca, y es posible que así fuera, pero no estuvo mal el rato que echó para no tener ni una idea clara: ¡alguna tendría, digo yo! (y a esto me refería en la entrada anterior cuando se habla del pufo nacido de las tripas). La vox populi es, en embargo, rica en anécdotas que se elevan o no a categoría, hechos que algunos vieron, pero que nadie sabe ni cuándo ni dónde fue… y todo parece revestirse y ser… del cristal con que se mira. Lógico que otro tanto suceda a estas entradas.

         No era, por lo que leo, y no lo imaginé así –quizá ni me lo planteé-, hombre de muchas palabras, antes al contrario: era Franco hombre callado que ni siquiera lo fue a la gallega, siguiendo el tópico, sino sencillamente sepulcral y tendente a lo monosilábico, sin más. En su casa, con su familia, con los amigos (con los pocos que tuvo), con sus ministros, etc. hablaba lo justo. Solo conversaba y rara vez con los demás y casi siempre sobre los mismos temas fuera de los propios del gobierno: de su experiencia militar de juventud en Marruecos, pues para él África era ese tiempo pasado que siempre fue mejor. A la inmensa mayoría de quienes se le acercaban los sorprendía: su modo de ser, de proceder, etc. no encajaba con lo que les habían dicho: fueran diplomáticos, Juan Carlos y doña Sofía (hay quienes tienen y no tienen el don), ministros, políticos extranjeros… ¡todos acuerdan en que se vieron sorprendidos por la personalidad del general!: nadie lo esperaba como lo encontraban y nunca coincidía con lo que le habían dicho.

         Me ha extrañado vivamente la experiencia vital que padeció como hijo de un padre que no parece que fuera lo mejor, ni siquiera bueno y en cualquier caso estaba muy próximo a ser un indeseable. Nunca había sabido (ni creo que me hubiera planteado tampoco) quiénes y cómo eran sus padres: Franco amó mucho a su madre y despreció a un padre que los abandonó, a su madre, a él y a sus hermanos, en El Ferrol y que se marchó a Madrid (su padre pidió un traslado a Madrid y se olvidó de su esposa y de sus hijos a quienes plantó por una querida que era maestra…). Un militar burócrata, de oficinas… a quien Franco nunca amó ni quiso ni apreció, pero tampoco abandonó. De su hermano Ramón siempre se habló y se supo: de sus diferencias en casi todo con su hermano Paco, de su condición de aviador, masón, etc. y de Nicolás… con quien Francisco se llevó muy bien. Nunca quiso Paco saber nada de la segunda mujer o amante o compañera o lo que fuera con la que su padre se fue y que lo sobrevivió: no me parece extraordinaria su actitud, pues la he conocido muchas décadas después en quienes no eran ni militares, ni gallegos ni dictadores…

         Son innumerables quienes le niegan a Franco la inteligencia y le reconocen la astucia y la prudencia. Todos coinciden en que su tenacidad pasaba la raya de la virtud para convertirse en terquedad, una terquedad adquirida en su infancia, en su paso por la Academia militar de Toledo –donde al parece ni fue brillante ni sobresalió en casi nada… salvo en que lo vapulearon a base de bien: por ser bajo de estatura y menor en años que los demás compañeros de su promoción: hoy a eso lo hubieran llamado bulling y los psicólogos sacarían de esa nefasta experiencia infinidad de consecuencias para sus años posteriores, sus carencias, sus complejos, sus obsesiones, etc. (súmese a ello que perteneció a una familia, tomen nota, de-ses-truc-tu-ra-da…), pero eso lo dejamos para otra ocasión, pues de nada de ello se habla en el libro de Payne y Palacios, que se dedican, sin más a la historia.
Los hermanos Franco, Nicolás y Francisco


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