24 de septiembre de 2014

Charlie-salida 39-Charlie ha muerto-02



         Querido charlie:

         La muerte es un enigma. ¡Ay la muerte, esa realidad ineludible! Por la muerte cobra cierto sentido la vida, tal y como la conocemos bajo el status viatoris. Impone respeto la muerte, qué duda cabe. Cuando la muerte se hace presente cunde el extremo.
         Hay quien no quiere imaginarse la muerte de los seres queridos. Hay quien nunca se imagina morir: no logra imaginarse muerto. Creo que hay que hacerlo: mi amigo Marías, don Julián, estaba seguro. La muerte se impone con la autoridad de lo irreversible. Presente la muerte, el campo tiene puertas y el capricho, límite. Quienes no quieran pensarla, imaginarla, hablar de ella… allá ellos.
         Resulta pues, charlie, que tras tu muerte hubo quien apreció que parecía no haberla sentido yo. ¿Acaso esperaban lloros, lamentos, plañideras, gestos compungidos, desasosiego…? ¿Desesperación, aspavientos y rebelión…? ¿Por qué habría de ocurrir esto si tras la vida viene la Vida? Eso creíste tú. Eso creo yo.
         La voluntad es débil: se trabaja poco. Las virtudes ni se nombran (los necios las confunden con los valores). La ascética se relega al trato con el gordólogo o la gordólaga, el cilicio se usa como tapabocas y se disciplina al plato, más no con sentido de ascesis ética o moral, filosófica o religiosa (desde que te fuiste no he perdido un gramo, charlie). El deporte es el campo de la nueva ascética. Siguen diciendo que Dios ha muerto: ¡tú sabrás ahora! ¡Qué delgado está Stephen Hawking!
         Ya sabes de las convenciones y el qué dirán: Se supone que se debe actuar de un modo concreto ante una situación concreta por… presión social: no hay nada más que ver lo que ocurre tras el sorteo de la lotería, se me ocurre. Repetición de las mismas actuaciones año tras año: señora lotera, bulla y agraciados, los bancarios –chaqueta y corbata-, siempre muy repartida, “lo necesitábamos” (¡como si el resto nos llamáramos Botín!), la agitada botella de champán o sidra… ¡qué felices todos!… (quien se lleva el pegote de billetaje y millones: desaparecido). Estas pautas sociales en muchos casos no son elegibles y vienen casi impuestas. Tú y yo, charlie, no nos plegamos fácil a lo normativo irracional. Siempre fuimos unos rebeldes. Lo sigo siendo: para muestra este botón.
         Mi amor por ti no lo miden las lágrimas, ni siquiera mis palabras: el amor es una realidad inconmensurable, intangible, no se percibe por los sentidos externos. El amor de verdad no tiene cuento. El dominio de sí por lo que se cree, por la fe, hace que las emociones, esas alteraciones que nacen en el paleocórtex, se reduzcan a sentimientos que no tienen por qué exteriorizarse insurrectas. La gestión de la emociones tiene que ver con lo ya escrito. Quizá quien tiene un por qué pueda llegar a amar cualquier cómo: me acuerdo ahora no tanto del autor de la frase como de un judío crucificado para escándalo de los suyos y necedad para los gentiles… ¡A ver aquel Hombre tenía su por qué!
         Es una pena charlie porque ya no te podrás volver a morir. La próxima vez, te apañaría un nicho como el de las fotos de esta entrada. El botellón de chivas te lo cambio por vino de Lopera: no habrá fallo. Meterte la escopeta ahí se me antoja un riesgo. El resto, ya te digo, cuenta con ello. ¿O mejor no? Mejor dejarlo estar, y que cada caminante siga su camino.

         Con el cariño que tú sabes,
 

       

1 comentario:

  1. El amor no se mide por lágrimas... qué buena frase.
    Siempre he pensado lo que tú, pero habrá que verme llegado el caso. No estoy tan trabajado...

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