20 de marzo de 2014

Simenon, Georges, EL EFECTO DE LA LUNA



         He olvidado de dónde saqué varios libros de Simenon, es decir, por qué los adquirí. Quizá esté en los comentarios de obras anteriores que hice de este mismo autor y de obras semejantes, entiendo, de la misma editorial…
         La que ahora comento… Cuento algo de su argumento… Joseph Timar, un chico bien, de origen francés, llega a Libreville con intención de labrarse un porvenir. Cuenta con el cobijo del apellido y con su tío político. En la capital de Gabón hace gestiones para alcanzar su meta, pero se tropieza (hoy día diríamos que se enrolla) en el ambiente haragán de la ciudad, pero sobre todo con Adèle, la esposa de un moribundo, que a todos los poderosos del lugar, o recién llegados, admite en su cama, siempre generosa y abierta. En el hotel que poseen Adèle y su marido agonizante aparece asesinado un negro que trabajaba para ellos. El asesino no es hallado, aunque todos saben quién es. Muerto el esposo de ella, el joven Timar se marcha con Adèle a la selva para ocupar una concesión que consiguen en ella…
         La novela no me ha gustado, aunque me ha entretenido. Por momentos pensaba que Simenon conocía el ambiente y, en otros, me daba la sensación de que era un mero baño de realidad con aditamentos de lecturas sobre el lugar y una bien dispuesta imaginación. Lo ignoro. Me molesta, desde casi empecé a ser lector, no conocer los contextos de las obras, los autores porque creo que dispongo de menos información (mi amigo José Manuel Tapia opina que esto de clasificar y poner en relación… es muy español: lo ignoro, él sabrá; a mí me parece muy del conocer humano).
         No logro asociar esta novela a ninguna obra concreta que haya leído antes, sin embargo me suscita sensaciones parecidas a las que he leído de autores sudamericanos que recrean el ambiente tórrido, caluroso, pegajoso… de las zonas del ecuador y los trópicos. No atino a dar con ningún título ni ningún nombre y con seguridad, aunque una y otra vez me vienen los de Bajo el volcán, de Malcom Lowry, El poder y la gloria… He escrito autores sudamericanos y no doy con ninguno, quizá Rulfo, Azuela... Los blancos ricos o menos, pero dedicados a lo suyo, sobreviven como náufragos en un ambiente y una circunstancia que nada tiene que ver, parece, con sus vidas y las de los indígenas que los rodean (negros en este caso). La superioridad es desproporcionada: hasta poder matar a un negro impunemente, entre el silencio de unos y otros. La relación, de cuasi esclavitud. Sería interesante contar cuántas veces se habla de consumir alcohol en la obra: tomar güisqui, pernod, calvados…, siempre en exceso, en todo encuentro, en toda relación, en todo momento y siempre con un efecto que ayuda a desvaír aún más una realidad ya de suyo densa, casi opaca, donde las relaciones entre unos y otros son pastosas, equívocas, interesadas…
         Escribí arriba entretenida porque en ningún caso el argumento llega a tener momentos climáticos tensos, ni el ritmo narrativo es especialmente ágil. Todo parece estar impregnado de esa misma lentitud de la que vengo hablando. Ni siquiera queda claro el peso de la causa por la que el negro es asesinado, aunque sí hay, si se desea así ver, una crítica al poder local establecido, a su incuria, a su dejadez absoluta… ¿Se critica a quienes viven en las colonias y su molicie? Lo ignoro. ¿Era la finalidad de la novela llevar al lector hacia la somnolencia de un mundo exótico? Lo ignoro.
         Olvidé por qué adquirí esta obra de Simenon, insisto, y no estoy seguro de haber acertado con alguna de las buenas de este autor. Otra vez será. A seguir barajando…

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