29 de febrero de 2012

Mi querido Blumm

A/A Asociaciones de alumnos
A/A Asociaciones de alumnos
         Me preguntas: ¿Qué sesenta y dos obras consideras indispensables leer? Discúlpame, creo que no me expliqué con claridad, aunque te lo he escrito alguna vez: NINGUNA. Creo que lo único indispensable es SER FELIZ y lo único necesario ya lo dijo el Jefe en el Evangelio. No hay más.

        ¿Podrías hacer un cálculo de cuántas personas han muerto a lo largo de la ya larga historia de este cochino mundo que hemos hecho sin leer un puñetero libro y contarme de qué les sirvió, o de qué les sirve, a tantos el haber leído tanto si murieron peor que perros?

        Tú mismo…

26 de febrero de 2012

El canon de mi amigo Blumm

A/A Asociaciones de alumnos

          Es sin duda el afán ordenancista de la Ilustración la que lleva a reinstaurar los cánones quebrados, así Luzón con su Poética, con respecto al Arte nuevo de Lope, se me ocurre.
         Disputa de estas décadas que vivimos es si estamos en la Modernidad o en la post-modernidad o en la tardomodernidad o en la ultramodernidad o ya, desde los 60 del siglo pasado, ingresamos en una etapa de nuevas sensibilidades, ¿o quizá seguimos en una zona de pensamiento débil, del que reniega hasta Vattimo? ¿Los tentáculos de la coctelera quizá no permiten delinear? Los tentáculos, es opinión mera, de la Modernidad creo que llegan hasta hoy por acción o reacción, por acción u omisión, por ilustración, sin duda.
         Quieres retomar, querido Blumm, una vieja obsesión de la Modernidad que nace con Descartes… ¡no sin que le empujase Francisco Sánchez, el Escéptico, autor de Quod nihil scitur  (1581)! Muchas gracias, Joaquín Valdivia. Como dudo de todo, se dirán, todo pasa a ser sometido a mi caletre, a mis ideas, que lo paren ordenable, cuadriculado, sometible a ejes… La realidad no se somete, pero yo, en mi idealismo, lo hago: al fin y al cabo soy el hombre.
         Miro tu lista de Moore, querido amigo… y, sin haber podido leerla aún de primera mano, ni sus razonamientos (te aseguro que lo haré), viendo la lista que te has elaborado me pregunto… He leído once de las obras que tú has marcado. He leído a 13 de los autores que tú has apartado… Me pregunto, te pregunto:
         ¿Por qué La Pícara Justina de tu casi paisano, un marteño canónigo rebozado en Roma, si no me fallare la memoria, y no El Lazarillo o el Guzmán o El buscón quevedesco? ¿Por qué no releer a Cervantes?
         ¿Por qué tres obras, si no me equivoco, de mi amigo James Joyce y ninguna de Seamus Heaney o Bernard Shaw, Samuel Beckett, William Butler Yeats… todos ellos dublineses también, casi de mi barrio allí?
         ¿Por qué el florentino y no Boccaccio o Petrarca?
         ¿Por qué tanta prosa y tan poquita poesía o teatro, si es que los hubiere?
         ¿Por qué dos o tres obras de David Foster Wallace y Pynchon y por qué solo una de Cormak Mcarthy y no La carretera u otra de su trilogía de la frontera que no sea Todos los hermosos caballos?
         ¿Por qué esa obra de Faulkner y no Steinbeck o Dos Passos…? ¿Acaso el mejor Hemingway de El viejo y el mar?
         ¿Por qué solo una obra del divino William y ninguna de mi mundano Lope o de Valle o de Calderón? ¿No aprendió Shopenhauer la lengua de nuestras madres, amigo, solo para leer La vida es sueño mientras nosotros que bien lo hablamos lo despreciamos?
         Solo veo un ruso del XIX, pero ¿y nuestro Galdós o nuestro Dostoievski? ¿Bajo qué capote se oculta nuestro Gogol?
         Los sudamericanos se han quedado todos al pairo… Ni Güiraldes, ni Bioy, ni Borges, ni Martí, ni Lezama, ni Donoso, ni Vargas Llosa, ni García Márquez, ni Rulfo, ni Rómulo Gallegos, ni Uslar Pietri… ni ¡joder qué agujero! ¿Y mis franceses ubi sunt?

         Como me está dando vértigo me paro, tomo aire… y me largo por el foro. Por encima, te insisto, de la literatura y sus bellezas, que son muchas, está la belleza en sí de la vida en su conjunto, con sus sombras y sus muertes… Te alerto sobre ello, ¡ah de la vida! La vida, mi querido amigo, muy por encima, incluso de ese hermoso poema… que cita Dámaso Alonso.

25 de febrero de 2012

Realidades que nos suceden...

A/A Asociaciones de alumnos
            Diríamos en términos blogueros que hace unas entradas respondí a unos comentarios de doña Valeria Kovachova, por pura educación y sin acritud. No solo le respondí, sino que además le publiqué como una entrada más su comentario a un comentario que hice a una obra traducida por ella. Por supuesto le pregunté, incluso antes de contestarle, si le parecía pertinente que así lo hiciéramos por clarificar. Me respondió: Corto, pego y aumento el tamaño de la letra:

            Buenos días Don Antonio:

            Le agradezco mucho su disposición a publicar mi comentario. Por supesto que por mi parte también hay interés en hablar con usted sobre todo lo que me propone y en los terminos y formas que me adelanta. No sé si prefiere que lo hagamos por este medio o habría una posibilidad de que nos veamos en algún foro o lugar que usted proponga. Quedo a su disposición para toda critica o sugerencia.  

            Valeria Kovachova Rivera de Rosales.  

         Alguno de ustedes me pregunta por qué no dijo ella ni pío tras publicar yo tres entradas… sobre el libro que ella tradujo y sobre el que deseaba hablar.
Pues el caso es, charlie, que servidor lo ignora. Servidor que no es muy besucón, pero sí correcto y se las coge con papel de fumar en estos lances, le escribió lo siguiente:

         Buenas noches:

            Le respondo en la medida que el espacio del blog lo hace razonable. He hecho una respuesta general a su comentario en tres entradas, que ya están terminadas. Publico la primera, espero a ver si usted tiene algo que añadir, matizar, etc. y así nos vamos trenzando en un DIÁLOGO.
            Por lo que he podido leer de su comentario al mío, no comprendo bien qué me dice, pues cuanto comenté era certero, sensato, demostrable..., salvo que busque promocionar a este autor -cosa que me parece loable, aunque el medio es paupérrimo, pues mi blog tiene un alcance muy limitado-.
            Tomo notas cuando leo un libro. Por circunstancias particulares en esta obra dejé de tomar notas en un momento dado, pero le he echado un vistazo a lo que tengo... y, la verdad, es que desde el punto de vista gráfico, desde el punto de -no sé si de la traducción o del autor- hay lapsus, lagunas, errores, etc. Le escribo esto porque puede ser arduo y parir el ingente trabajo un pequeño ratón, cuando tanto tenemos que hacer, pero ya le digo -mi franqueza y sinceridad no tienen quiebra- que me encanta el debate, me apasiona la Literatura, pero detenernos en lo que para mí es asunto menor... En fin. Usted tiene la palabra.

            Con afecto.

            Y hasta hoy, charlie. El maestro decía que los silencios son muy significativos, y lo son, pero no es menos cierto que también ambiguos, plurisignificativos, e ignoro cómo interpretar su silencio, que respeto.

22 de febrero de 2012

A propósito del arte popular… Querido Rafa…


         Las tardes de domingo siempre tuvieron para mí un algo especial. Tras la caza de las mañanas, se quedaban para dar los últimos repasos a la semana del estudiante que fui, y que tenía por delante; para la lectura amable de algún libro siempre entre manos; para escuchar más rara vez alguna música… Ahora quedan los domingos para preparar la semana del docente, para escribir algún texto, alguna felicitación que durante la semana será complicado enviar…

         Recuerdo que en alguno de sus libros Victor E. Frankl el psiquiatra vienés, buen amigo mío, tú lo sabes –y el lector lo puede deducir por el número de citas en este blog-, hablaba extensamente de las neurosis dominicales… Es posible que sea en Psicoanálisis y existencialismo, un librillo de color naranja, del Fondo… El domingo, venía a decir Frankl, para el homo aeconomicus, acostumbrado al trabajo alienante, despersonalizador, en muchos casos, el domingo, con sus horas indolentes de posible pereza, llevaban al individuo vacío, con carencia de sentido en su existencia a la neurosis…, a las obsesiones…
         Rechazo como una peste la pereza y me pongo a meditar sobre lo que nos traemos entre manos y que hiciste surgir de nuevo en tu blog (http://ballesterror.blogspot.com/2012/02/sobre-el-arte-popular-4.html). El arte, su sentido, su origen y si culto y popular o vulgar… Me siento con la página en blanco y el cursor parpadeando –ya apenas uso el lápiz o el bolígrafo; nunca la pluma-. Anoto sin orden ni concierto nombres, obras, fechas… y me pierdo enredado, como casi siempre, en mis recuerdos, en mis lecturas, en mis relaciones… Me asalta la idea de que siempre ando trabado en lo humano y sus consecuencias: me subyuga lo humano por lo que de chispazo divino tiene. Anoto nombres y obras y momentos… y siento cierto temor. He olvidado mucho de lo que alguna vez, se supone, supe. Lo que podríamos saber los hombres sobre el arte excede con mucho mis fuerzas y el empeño de nuestra conversación… e insisto me pierdo casi sin querer… (No dejes de ver Tierras de penumbra, la película sobre un trozo de la vida de C.S. Lewis, en la que Anthony Hopkins lo encarna… ¡una maravilla! Lo enlazo por las tertulias de esta gente en Oxford, sus conversaciones en un tiempo distinto al nuestro, un tiempo que daba mucho más de sí, creo… ¡a lo peor es mentira! Me gusta la obra de Lewis y me resultó atractiva su biografía… ¡aunque la que leí no abarcaba, creo, toda su vida…! Era, ahora lo recuerdo mejor, una autobiografía de su infancia y su primera juventud, sus estudios primeros… En editorial Encuentro, creo que está editada… ¡vaya cascajo de memoria). Digo, Rafa, que excede con mucho nuestro propósito, nuestro deseo, a mis fuerzas, mi tiempo, mis limitaciones… lo que me nace sobre el arte.
         Anoto sin agobiarme mucho, sin mirar nada, sólo rebuscando… entre mis recuerdos: Arnold Hauser y su Historia social de la literatura y el arte, que debió editar a  mediados del siglo pasado, marxista y, por tanto, nos cayó encima en la Facultad entre los profesores progres que estudiaron en el tardofranquismo. Este Hauser lo estudié y leí de forma tangencial, superficial… Poco encuentro de él en mi memoria: alguna teoría sobre el significado mágico y religioso de las pinturas rupestres. Sí recuerdo, por serme más próximo por los contenidos de sus estudios, pero no me menos dudoso, que era seguidor de otro húngaro, George Lukács, marxista también, quizá judíos… no lo recuerdo ahora, pero se puede mirar en la red.
         Como mis asociaciones ya sabes que son así… me acuerdo de Panosfsky. Este seguro que era judío, no lo anoto por nada particular, pero recuerdo que era alemán y salió por patas –yo hubiera hecho otro tanto- camino de los USA cuando los nazis se aplicaron a lo suyo… De pronto, fíjate, Rafa, consulto y miro, porque me entran las dudas… y pienso en nuestro Ortega y en su Deshumanización del arte, del año 23 apuesto… sin mirar, y confirmo que me equivoco… que es el 25… Obra que también habría que volver sobre ella, pues sus postulados dan pie a…, nacen de… un arte que se aleja de lo humano, un arte que hecho poesía, por ejemplo, en la generación del 27 en España… Años veinte también.
         Tumbo como siempre un folio antes de que me dé tiempo a cerrar nada. Entra aire por todos los puntos y aparte, se me van las fuerzas por los nombres, los títulos… los hombres… Elogio y refutación del ingenio, me dejo…
         Oigo a Pablo Milanés y a Silvio Rodríguez cantando Yolanda, esa hermosura hecha canción, esa belleza plasmada en una letra y una música… Sí, cantan aquello de Tu mano… tu mano… eternamente tu mano… Y me pierdo en otro libro, en otro autor, Frank R. Wilson, del que ya hablamos…

19 de febrero de 2012

HORRORIZADO, oiga, ¿para usted tampoco me explico?

          El hecho es real y a ella pongo por testigo.
         He leído, profesor, su blog… -me dice una alumna de 1º de bachillerato.
         — ¿Ah, sí? –me sorprendo-. ¿Y qué tal?
         — No lo entiendo –es buena alumna, es inteligente.
         — ¿Cómo que no lo entiendes?... ¿Qué no entiendes?
         — Lo que escribe… No lo entiendo.
         Me quedo catatónico, ecolálico, autista, pétreo, silente, aliquebrado, suspenso… ¿Se puede saber para quién escribo? Mi cuñado, ingeniero, me dice que no me comprende: “escribes para intelectuales” o algo así me dijo. Esta alumna 17 años… ¡tampoco me entiende! ¿Con quién me comunico yo? ¿Se puede saber qué es lo que escribo para que no me comprendan…?
         Con ser ello grave, ¡¡más grave aún!!: Si no me comprende mi alumna cuando escribo en el blog…, ¿me comprenderá cuando explico en el aula el sentido de una comparación y un paralelismo en un poema de quien sea?
         Llevo años, en serio, en los que, en serio, les pregunto e insisto a mis alumnos, muchas veces, en serio: ¿Me explico? ¿Vosotros me entendéis? Añado. Si esto no fuera muy grave… ¡¡¡Más grave aún!!!: Si esto ocurre con los chicos de 1º de bachillerato… ¿qué no podrá ocurrir con los pequeñajos que soportan, aguantan, padecen, mis clases? ¡¡Qué horror!!

* * *

         Y en medio de todo esto se presenta la verdadera muerte en casa del amigo verdadero, en la persona de su madre. Tras ella viene la enfermedad implacable del padre del amigo, hospitalizado, grave.
         Las realidades últimas, las grandes preguntas se sobreponen a los pequeños contratiempos, a los jugueteos quebradizos de la existencia, al ditirambo agudo, a lo contingente.
         La muerte, la enfermedad amenazantes… El para siempre real, incomprensible…

16 de febrero de 2012

De la amistad fetén, 2.


Un buen modo de hacer amigos es comer sandía juntos...
         Padres y hermanos, parientes lejanos. La familia nos sobreviene, nos sucede como a todos los animales. Nacemos en una familia, en una tribu. A los amigos los elegimos nosotros y nos corresponden ellos; nos eligen ellos, correspondemos nosotros. El amor de paternidad no certifica la amistad. El amor fraterno no implica la amistad. El amor esponsal no presupone la amistad.
         En el mundo clásico y pagano la amistad, como no podía ser de otro modo, se tenía en altísima estima. Lo escrito por los sabios del mundo clásico sobre el particular era valido ayer y lo sigue siendo hoy. Así, el enamoramiento no tiene necesariamente que ser mutuo, la amistad, sin embargo, sí: mi amigo sabe que yo lo soy suyo y yo sé a cierraojos quiénes son mis amigos: no lo dudo. Lo más necesario para la vida, afirma Aristóteles, es la amistad, hasta el punto, insiste, de que nadie querría vivir sin amigos. No comprendo del todo, lo confieso, que la amistad sea una virtud: comprendo que las virtudes –muchas: lealtad, sinceridad, diligencia…- son necesarias e implican a la amistad, pero a esta la considero un valor, es decir, es una cualidad que sólo pueden tener las personas y que se prefiere, se quiere, se desea como todo bien que se tiene en gran estima.
         No deja de ser curioso que el Estagirita, en contra del común pensar hoy, afirma que con el amigo se comparte todo, pero no tanto lo malo como lo bueno, pues lo malo, cuanto menos se comparta, mejor… Se habla mucho del estar junto al amigo en la desgracia, pero lo normal del hombre sobre la tierra no es la desgracia continua, sino la indigencia continua, la limitación y, por tanto, se necesita del amigo, como norma, casi de continuo: con él se comparte todo, cierto que la desgracia, pero también la alegría… ¿De qué le valdría al hombre tenerlo todo si no tiene con quien compartirlo, con quien disfrutarlo?
         ¿Cómo nace una amistad? La amistad nace en el compartir. Creo que es Pieper quien afirma que los amantes se miran a los ojos, mientras los amigos miran en la misma dirección. Mi amigo me quiere y yo lo quiero: ambos lo sabemos. Nuestra amistad nació de algo que compartimos (quien comparte el pan es cum-panis…, compañero): un juego, un deporte, un trabajo, una afición, una realidad la que sea, pero que nos lleva a estar juntos… El adulador no es verdadero amigo: entre los amigos no hay aduladores, zalameros, servilismo, pues estas realidades, estos vicios, son contrarios al verdadero amor. La virtud del amigo consiste en querer. De lo antedicho, quienes tienen mucha actividad, quienes se mueven en muchos ámbitos suelen tener más amigos que aquellas otras personas solitarias, ensimismadas… Quien tiene muchos amigos es magnánimo, quien no los tiene puede que sea por su pusilanimidad, por su timidez, por su egoísmo… No obstante, para Aristóteles, no se pueden tener muchos amigos, pues al nacer la amistad de lo que compartimos, y cuanto sea compartir… requiere invertir tiempo…, ¡y el tiempo escasea!, pocos amigos verdadero se pueden tener. De ahí que muchos de esos supuestos amigos no pasen de ser conocidos, compañeros, colegas, camaradas…, pero de esto hablo más adelante.
         Si la amistad vive de sus argumentos, como afirma Julián Marías, la carencia de estos sume a la amistad en estado catatónico. Lo que fue amistad se apoya en los recuerdos de todo tipo, pero esa amistad ha mermado, adelgazado, posiblemente ha desaparecido. Es curioso también cómo el refranero sobre la amistad parece que desconfía de la amistad perdida, por mil motivos, pero como básico lo escrito, y que se desea reflotar: ya nada volverá a ser lo mismo… Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, que nos enseñó el poeta.

13 de febrero de 2012

De la amistad, amor verdadero y firme…


                                     A mis amigos, con agradecimiento sin tasa.

                                      ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
“Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía”!

¡y cuántas, hermosura soberana,
“Mañana le abriremos”, respondía,
                                      para lo mismo responder mañana!

        Creo que las flores, los poemas…, los libros de poesía…, quizá las corbatas y los manuales de Filosofía, si se tiene buen gusto, se debieran regalar y se dejan regalar con sumo gusto. Este poema de Lope, tantas veces meditado, es sin duda un obsequio del insigne poeta, inigualable dramaturgo y pobre pecador contrito… ¿hasta dónde no comprende y perdona el amigo, ¡y no digamos ya el Amigo!? En fin.
         Le toca el turno a la amistad en este viaje… De la felicidad nos paseamos por el amor y como apéndice magno de este nos hallamos en el llamado o conocido como amor de benevolencia, ese amor que se define como bonum bene aliqui… ese querer al otro en cuanto otro, amor desinteresado donde los halla. Es cierto que cualquier amor siempre hace grande al ser amado, incluso cuando no se corresponde con la realidad, pero en la amistad, además, se quiere sin esperar nada a cambio: absolutamente nada a cambio… Repelente por tanto el refrán que afirma, ¿lo recuerdas, Paco?: Amigo que no da, y cuchillo que no corta, si se pierden poco importa.
         Sí: quien tiene un amigo tiene un tesoro. No cabe duda, y aquel que sabe del tesoro en un campo, va y vende cuanto tiene… para comprar el campo, para quedarse con el tesoro… Sin duda alguna la vida no es lo más valioso. Me pone los pelos de punta que tres policías españoles hayan muerto por rescatar con vida a un estudiante eslovaco imprudente, hoy desaparecido, que se adentra en un mar con temporal: sin duda ni siquiera la vida es el mayor bien. ¿Qué no estaría uno dispuesto a hacer por un amigo?
         (Hoy mismo me dice un amigo y frustrado lector de este blog que no logra pasar del cuarto renglón de mis entradas: que escribo para eruditos, que no se me entiende. Dicho así: me encuentro agarrotado, encogido, lastrado, se me engarfian los dedos sobre el teclado y me patinan las palabras queriendo escoger jerigonza que no palabros, sermo vulgaris, nivel común alejado de… ¿¡qué hago, Rafa!?).
         Me voy, de momento, a los libros que tengo en las estanterías y que hablan de la amistad. Una vez más me reafirmo, me confirmo, en que las bibliotecas, como el DNI y los calzoncillos, no son fácilmente transferibles, adecuadas para cualquiera… ¿Se puede saber por qué tengo estos títulos sobre la amistad, textos anotados que tratan de ella? ¿Quién tendría algo así y por qué? No lo sé… Los he ido leyendo en estos años. Son asuntos de la vida sobre los que me interesó saber para alcanzar la vida buena…, para luchar por llegar a ella, una vida digna y digna de ser vivida. En fin, los libros, tantas horas, tanta pasión… ¡tanto encanto!
         Sobre la amistad de Pedro Laín Entralgo… ¿sabrá mi lector quién es este médico sin necesidad de mirar en la Wikipedia? Tengo varios libros de él: quizá el primero de los suyos que leí fue sobre la generación del 98; me lo recomendó don Alfonso Sancho. Busco el libro de Andrés Vázquez de Prada, Estudio sobre la amistad y no lo hallo: ¿a quién se lo presté y no lo devolvió? Aristóteles dedicó los libros VIII y IX de su Ética a Nicómaco a la amistad. ¿Y el Lisis platónico? Busco los Diálogos y ahí están. Me detengo en la insustituible obra de Pieper Las virtudes fundamentales… Me echa una mirada estremecedora un libro de Aurelio Arteta, La virtud en la mirada… Me acerco y compruebo que en su sitio está el libro de MacIntyre Animales racionales dependientes… Y ya estoy en el final de la entrada, lector amigo.

8 de febrero de 2012

Doña Valeria en su tercer párrafo, 3.

Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en el Primer Trimestre de 2009
       
         Recopilo: en el primer párrafo de su comentario, me dio la razón de forma explícita. En el segundo, me comentó lo que yo no había escrito y, en cualquier caso, se deduce que no escribo sino lo justo y cierto: la verdad.
         Entro en el tercer párrafo y vuelve usted a decirme lo capaz que soy pues comprendo que Sloboda es un autor desconocido para el lector español. Tampoco es que haya que ser un lince para eso, bien lo sabe usted.
         Escrito esto, doña Valeria, no comprendo por qué me cuenta usted que Sloboda no era aceptado por las autoridades comunistas de su país: lo sé. Lo he leído en lo que para usted es una extensa biografía: se lo aseguro. Me comenta usted que no fue autor del gusto socialista imperante en su país: cierto, lo aprendí de usted y lo comenté en la entrada del blog: El autor, Rudolf Sloboda, debe situarlo el lector entre 1938-1995, lo que nos coloca en una Checoslovaquia del socialismo real, país del Este y materialismo dialéctico. Recuerdo que el muro cae en 1989. Nos encontramos con un autor que no se enfrenta al sistema comunista ni lo comparte, que se dice católico, con una perra vida lastrada por lo padecido en casa de sus padres y por la propia vida elegida al lado de una hija y una mujer que no le hace fácil la existencia. Usted llueve sobre mojado en su comentario quizá… ¿para hacerme ver que no participó de la burla comunista, que no se sintió cómodo en nación sojuzgada por la bota socialista…? Bien. No sé cómo interpretarlo a la luz de mi comentario: mi afán fue en esos breves renglones situar al autor ante el lector. No dije que fuera un convencido comunista ni que su oposición al régimen lo llevara a la cárcel como le ocurrió, por ejemplo, a Vaclav Hável y a muchos de los firmantes de la Carta, historia de la que usted sabe muchísimo más que yo… ¿Insinúa usted que Sloboda era un demócrata? Me parecería una impertinencia intelectual más por su parte, doña Valeria, pues la condición de demócrata o no, poco añade a su obra escrita, dado el caso que nos ocupa, como poco añadió o quitó la condición de tal de don Miguel de Cervantes, por ponerle un poner.
         Me insiste usted en que Sloboda es un desconocido y A pesar de ello nos hemos propuesto difundir su voz que nos muestra un lado de la vida humana, no de la de todos, pero sí de muchos nuestros conciudadanos, sabiendo, claro está, que habrá también otros que pueden sentirse molestos porque tienen la suerte de que la suya no es así y ni se imaginan las muchas que tienen esos ingredientes en mayor o menor medida. Como diría Lorenzo, el cazador delibiano, “Servidor, no gasta…”: usted hace muy requetebién en editar y traducir a quien le parezca de su interés, pero, al menos, pudo darme usted las gracias por dar a conocer la obra de Sloboda, la editorial donde está editado, a la traductora… ¡oiga, qué más quiere que haga! Me parece que no estoy haciendo flaco favor dándole pábulo a todo ello. ¿Que no fue de mi gusto absoluto? Bien, pero no lo fue tanto por sus personajes y los temas que aborda como por su estilo, su estructura, su modo de narrar, sus confusiones de los puntos de vista narrativos, por la falta de coherencia…
         Me da la impresión de que usted no ceja en defender al autor y a los personajes y en criticar las vidas de no sé quiénes (la mía, sin duda no, pues de nada me conoce e ignora mi circunstancia, si negra, blanquinegra, rosa o multicolor). Entiendo que usted traduce a quien mira desde abajo, de rodillas, de quien gusta, a quien admira…, ¡pues espléndido! ¿Sloboda un desconocido en España? Absolutamente. Usted tiene el empeño de que el sentido de la obra de Sloboda, o el sentido con que usted lo ha publicado, es un sentido moral, como ariete y palanca de mejora de la sociedad, para que este caballero mediante su obra nos agite las conciencias… ¡Pues muy requetebién! Ya le escribo, servidor no gasta. Ni quita ni pone. ¿Que era la intención de su autor? Póngale cuarto y mitad de lo mismo. 
         Y sin embargo –repito- Uršul’a. La vida en rama. Y añado: que escribió Ortega.

6 de febrero de 2012

A doña Valeria Kovachova en su segundo párrafo, 2.


          
           Continuamos con lo que estábamos...

         En el segundo párrafo, por donde sigo el comentario a sus letras, me pregunta usted o se pregunta o es una interrogación retórica ¿Será la primera vez que aparece esa atmósfera en el arte? Se refiere usted al ambiente más brutal que humano en que se desenvuelven los personajes de Sloboda. La respuesta, por obvia, innecesaria. ¿Acaso escribí yo que lo fuera? Sigue sacando de su jaula a leones que duermen plácidamente ajenos a los comentarios que usted hace a su puerta.
         Me pregunta esta vez sí a  mí: ¿No se hace usted la reflexión de que el propósito del autor puede ser precisamente presentar así a sus personajes, en una bandeja al desnudo ante todos y mostrar esa cara de las vidas humanas en blanco y negro para provocar que el animalesco que está en nuestros profundidades se vea reflejado y que a partir de allí reflexione y que cada uno haga con su vida lo que pueda? No conozco al autor en profundidad, salvo lo que usted cuenta de él al final del libro del que venimos hablando. Ignoro su intención tanto como usted, según me escribe, aunque que me parece aceptable sea la que fuere: sea o no de mi agrado, mi gusto, etc.. Insisto, esto no afecta a lo que afirmé: que los personajes que Sloboda, las vidas de las que nos muestra, han entrado en pérdida, como los aviones, y ya no son fácilmente recuperables, ya no se elevarán, se limitaran a arrastrarse: son vidas, reitero, más próximas a lo brutal, a lo animal, que a la vida digna que debe llevar una persona, PERO OJO, no estoy haciendo un juicio moral de los personajes: ni ellos son seres vivos, ni a mí me toca juzgar tal, yo solo, insisto, escribo que son personajes animalescos. El adjetivo me gusta y cité a quien lo usa con frecuencia: un catedrático de Zoología, no más. Ignoro a qué viene la defensa cerrada que usted hace de los personajes.
         A partir de la confusión entre esencia y existencia, a partir claramente de Kierkegaard, como su marido bien sabe de sobra, y usted, seguro también, el existencialismo salta a la Filosofía y antes de que plenamente la hallemos en los escritores de mediados de los 50 –entre extranjeros y náuseas, poco antes de las cantantes calvas- nos podemos encontrar con Kafka y su bicho… y, entre la niebla salmantina, con don Miguel de Unamuno… El hombre, ese hombre se halla ahí, está ahí, entre el ser y el tiempo… Repito, los personajes de Sloboda en esta novela, por lo que sea, para lo que sea… Sea como fuere: no muestran la vida digna de una persona porque han entrado en pérdida y ya sólo se limitan a mancillarse como Gregorio, el personaje metamórfico de Kafka.
         Como comprenderá, el número de mujeres que mueren en negro, según usted en su comentario, en España a manos de quienes sean…, permítame, excede el alcance de mi escrito y de mi blog con respecto a Sloboda. No obstante, si no me falla la memoria, le recuerdo que el único muerto que hay en el libro del que hablamos, es un hombre asesinado por la propia Ursula, su esposa, dicho sea de paso. Si Sloboda pretende o deja de pretender una novela existencial en blanco y negro para darnos una lección moral… me parece magnífico, pero en ello ni entro ni corto. Permítame, pero me parece una impertinencia intelectual su comentario. ¿Qué Kafka se refería a todos los seres malogrados, transformados por una sociedad que rechazaba, que…? No viene al caso: los personajes de Sloboda son lineales, simples, brutales, semejantes entre sí… Así los creó él, así lo escribió él, así lo tradujo usted, así lo comunico yo a los posibles lectores de mi blog para que tengan noticia. No más. El resto tiene mucho de distinción entre podencos y galgos… ¡y su cruce!: ¡¡un garabito!!

3 de febrero de 2012

A doña Valeria Kovachova, 1.


         Vaya por delante que la discusión y la polémica me son gratas siempre que lleguen a puerto, y no hay más puerto seguro que la verdad o el consenso de hallarse en una ensenada convincente, a resguardo… ¡donde seguir debatiendo hasta hallarla! Lo de la perra gorda para usted me pareció una dictadura dialéctica, conclusiva y guerrera que deja mal sabor de boca. Espero que lleguemos a lo primero y no se muestre lo segundo.

* * *
          
         Como sabe el lector atento de este blog, hace unas entradas publiqué una breve crítica sobre una obra de Rudolf Sloboda que titulé: Nadie es un ángel, y sin embargo Uršul’a, Rudolf Sloboda. A esta entrada respondió, amable, la traductora de la obra, doña Valeria Kovachova Rivera de Rosales, y consideré pertinente publicar en entrada que no en comentario –siempre más oculto y enojoso de leer- lo que me pareció una crítica en buena ley a mi entrada. El lector puede hallar este texto En respuesta a la crítica hecha a NADIE ES UN ÁNGEL.
         No era mi intención contestar a este largo comentario, pero no me parece bien dejar a las personas con la palabra en la tecla o en la boca, por lo que le escribí a su autora que no tenía inconveniente en debatir sobre los comentarios que hicimos ambos y sobre la obra de Sloboda en sí, tal y como está publicada en España y de la que ella es responsable de la traducción, y sobre lo publicado en el blog, por ella y por mí. Y a ello voy.
         Si al lector no le resulta amable el debate, haga gracia de los textos referidos y a esto, y siga con buen viaje aquí, en otros blogs, o yendo a otras páginas que más le plazcan. VALE.
        
* * *

         La entrada ideal de un blog, dicen quienes saben de la cosa, debe tener entre cuatrocientas y quinientas palabras. Las de mi blog suelen tener algo más, un folio, que es un exceso me dicen y corrigen. Escribo esto para hacer comprender que el comentario de una obra en un folio es una filigrana cargada de sugerencias y elipsis que requieren de buen entendedor y avezados lectores.
Doña Valeria lo es, sin duda.
         Cualquiera entiende que la traductora de la obra de un autor debe saber de éste mucho para acercarse al texto y, por lo tanto, cedo, en este sentido, todo el campo a doña Valeria.
         Por proceder con orden me quiero centrar en lo que ella me comenta y lo haré por el final, que debió ser el principio según ella: usted es muy dueña. Que el dinero del libro fuera destinado a fines benéficos o no, en poco mejora o empeora el texto de Sloboda. Cuando afirmo que usted me sacó el dinero del bolsillo, no la estoy llamando ladrona, sino que me permito, entiendo que lo sabe, una hiperbólica metáfora. Usted estaba allí para vender libros y lo hizo: se trataba de eso. Yo iba a comprar. Y usted tuvo la excelente habilidad de venderme un libro sin que yo quisiera comprarlo, aunque reconozco que en la compra de libros mi resistencia es levísima. Poco tiene que ver, doña Valeria, este comentario con lo que era una parte de mi captatio benevolentiae.
         Retorno ahora al primer párrafo de su respuesta. En ningún momento afirmo que la obra en blanco y negro se invalide por ello, ni sea obra fallida. Le agradezco que realce lo que fue una acertada intuición casi por mi parte. En ningún momento afirmo tampoco que la realidad sea o no coloreada: Dos Passos muestra en su trilogía USA un mundo en blanco y negro; otro tanto hace otro checo –ahora lo hablamos- como es Kafka; lo hizo a ratos, al parecer, Diego Hurtado de Mendoza en El Lazarillo; y Dostoievski y Dickens… Perdone, pero lo que deseaba era dar al posible lector de la obra una pista sobre el mundo en que se mueven los personajes de Sloboda… ¿Qué es real? Real es lo que hoy sucede con los parados españoles, lo que hace Urdangarín y cómo viven sus hijos, cómo mueren los niños en tantos lugares, como se arrastran los hijos de alcohólicos como Sloboda, personas subempleadas y cómo lo hará Amancio Ortega y su familia. Todo eso es real… ¿y qué me quiere decir con ello, doña Valeria? Perdone, ¿dónde comento que hay que describir la vida de Ortega, Urdangarín o de Slim, la de Luis Alfonso de Borbón con quien, por cierto, me crucé poco antes de comprar el libro en el mismo local donde nos vimos usted y yo? La literatura describe, se mueve, narra… en cualquier ámbito, no por ello se mejora o empeora la obra.
         Perdone, doña Valeria, usted ve caballeros en la polvareda de las ovejas y da cuchilladas a los odres de vino, dicho sea con todo respeto. Los molinos son molinos. Escribo: Esta novela, caigo en la cuenta, la he imaginado de continuo a media tarde o de noche y en blanco y negro. Es una obra que carece de color. Y usted comenta: En resumidas cuentas, que se ha encontrado usted con una novela en blanco y negro. Algunos artistas opinan que la imagen en blanco y negro es la que llega más al fondo. En eso parece que usted acierta, porque el autor es consciente de ello, de que sus relatos tienen mucho de lo que podría calificarse así. Pero eso no lo invalida. ¿Me puede decir cuál es su desacuerdo? ¿O sencillamente quería remarcar mi acierto en tal comentario?

1 de febrero de 2012

Las campanas doblan por mis botas...


                                      En homenaje al padre de Jesús García Cordero, zapatero que hizo por primera vez las APACHE en España, en La Puebla, donde mismo naciera Fernando de Rojas.

 
         Cuando David Carradine no era ese cadáver con los testículos y el cuello atados a un armario, que es como murió, sino el actor silencioso y chino que interpretaba a Caine, ¡ese pequeño saltamontes en el Far West!, yo lo veía con entusiasta pasión. Me gustaban sus modos pausados, su talega (tienes más chominás que la talega de Kun-fu, decía el pueblo siempre atento a la que salta) y sus botas colgadas… ¿Para qué coño llevaría, charlie, siempre las botas atadas?, me preguntaba. La verdad es que si alguna vez lo explicó lo olvidé… Un monje shaolín, Kwai Chang Caine, se bandeaba por el Oeste a golpe de paz, de filosofía y unas leches que metía a los malos que partían la manta…, ¡y con las botas colgadas a la talega!
         Uno no niega, charlie, que sea un sentimental a ratos, en momentos. Sin duda, los sentimientos nos hacen vulnerables, pero nos humanizan. La carencia de sentimientos nos embrutece y nos acerca más a lo animal que a lo racional. Te escribo esto porque no quiero despedirme de mis botas sin escribirles algo, aunque ellas lo ignoren. No son pocos quienes escriben a sus perros que no leen; a cipreses que no leen tampoco; a personas que ignoran qué sea leer.
         Mis botas me las compré con una beca para libros que me concedieron allá por el año 76. Llevaba años tras unas botas APACHE, ¡pero las que hacían en La Puebla de Montalbán!: ahora las hacen Mallorca, creo. No llegaron a costarme 4.500 ptas. (27,05 euros): eso era entonces un capital… Anduve con ellas en seco y en barro, en verano y en invierno, generalmente por el campo, aunque también por la ciudad. Subí y bajé. Las engrasé mil veces. Les rompí cordones, les cambiaron las suelas en la casa… Las cosió y recosió el zapatero: acá y acullá… Las cuidé con mimo. Los cortes de las botas nunca se rajaron hasta calar: ocho milímetros de piel, son mucha piel que agujerear…
         Hoy, treinta y seis años después, terminada la temporada de caza 2011-2012 las tiro a la basura porque enterrarlas me parece excederse, como hacen esas viejas que disecan el gato cuando se les muere. No, no las voy a poner en la estantería tampoco. Se van ya camino de la basura, así, tal cual, con su barro de La Cambronera donde hollaron por última vez, colgadas del cubo de la basura, como si de la talega de Kun-fú estuvieran.
         Muchas gracias a quien las hizo, a mi padre que me permitió invertir ese dinero que iba para libros en botas… y a quien me presta el tiempo y que me permitió tanto patear con ellas.